Este jueves 25 de abril, al mejor ritmo y canciones de la Batucada Feminista, la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo recibió en Mocoa a Adrianus Koetsenruijter, nuevo enviado especial de la Unión Europea para la Paz en Colombia. La visita, que estuvo también acompañada por el Embajador de la Unión Europea en Colombia, Gilles Bertrand y Nichola Lumsden, oficial política de la Unión Europea, permitió conocer los procesos que las mujeres lideran en torno a los avances después de los Acuerdos de Paz en Colombia.
“Adrianus Koetsenruijter es economista de profesión y está familiarizado con el país: fungió como Embajador de la Unión Europea en Colombia, concurrente con Ecuador, entre 2003 y 2007. En su nuevo cargo, seguirá profundizando el apoyo de la Unión Europea a la implementación integral a los Acuerdos de Paz de 2016 y a las nuevas iniciativas de paz del actual Gobierno”.
Carlos Marroquín, quien destacó su compromiso por seguir fortaleciendo procesos que beneficien a las mujeres desde su Plan de Desarrollo
Dentro de la visita, Fátima Muriel, presidenta de Tejedoras de Vida, destacó el papel fundamental que las mujeres siempre han liderado en los procesos de negociación hacia la paz, y presentó ante la comisión de la Unión Europea y el Gobernador del Putumayo, la nueva Casa Refugio y la finca de 4 hectáreas donada por Wellspring Philanthropic Fund, como un logro histórico para las mujeres esperado durante 23 años, logrando establecer compromisos entre la Unión Europea y la Gobernación, para que las mujeres del Putumayo sigan fortaleciendo a través de estos espacios sus procesos económicos y sociales ante la evidente crisis humanitaria que se acerca por el conflicto armado.
De igual forma, Nancy Sánchez, coordinadora de Tejedoras de Vida, dirigió un diálogo junto con las mujeres lideresas de diferentes municipios del Putumayo que acompañaron el encuentro, para exponer las transformaciones que la firma del Acuerdo de Paz ha traído a Colombia, especialmente en un territorio tan afectado por la violencia.
Aunque el balance de las mujeres sigue siendo positivo frente a los avances tan significativos que ellas resaltan en torno a su empoderamiento económico, político y social, hacen un llamado urgente al Gobierno nacional y Gubernamental, frente a la situación del conflicto armado, como una problemática que persiste y está relacionado conjuntamente con la presencia de grupos armados ilegales y bandas criminales dedicadas al narcotráfico, así como tensiones relacionadas con la disputa por el control territorial, recursos naturales y rutas de narcotráfico.
Además, persisten desafíos socioeconómicos, como la pobreza, la falta de acceso a servicios básicos, educación, reclutamiento forzado y las dificultades en la implementación efectiva de programas de desarrollo rural integral. Estos factores contribuyen a la inestabilidad y la violencia en la región, afectando negativamente la vida de las comunidades locales y obstaculizando los esfuerzos de construcción de paz y reconciliación.