Sí Ayudamos a una mujer Ayudamos a una familia
Somos una Red de Mujeres que reúne a 65 organizaciones de mujeres en el departamento del Putumayo, unida para promover la defensa de los Derechos Humanos con Perspectiva de Género y la construcción de paz en el territorio.
Tejedoras de Vida nace en 2005, cuando un grupo de mujeres lideresas del Putumayo decidió unirse para enfrentar una grave crisis humanitaria provocada por un paro armado que dejó sin alimentos a miles de familias. En medio del miedo y la violencia, las mujeres se organizaron para cuidar la vida, defender sus comunidades y sostener el tejido social del territorio.
Así comenzó una red que hoy agrupa a 65 organizaciones de mujeres campesinas, indígenas, afrodescendientes, artesanas, productoras y defensoras del medio ambiente, presentes en los 13 municipios del departamento.
La Alianza trabaja desde cuatro grandes ejes:
Su lucha ha sido reconocida nacional e internacionalmente. En 2011 recibieron el Premio Antonio Nariño a los Derechos Humanos, y en 2017 lideraron la aprobación de la primera Política Pública de Mujer y Equidad de Género del Putumayo.
Han hecho memoria desde las mujeres víctimas del conflicto armado con los Murales de la Verdad, y han formado a más de 150 lideresas en el cuidado del agua y la naturaleza a través del programa Guardianas del Agua.
En 2020, el Ministerio del Interior reconoció su liderazgo y aporte a las garantías para mujeres defensoras de derechos humanos en Colombia.
Tejedoras de Vida es una voz colectiva que protege la vida, defiende los derechos y transforma el territorio con la fuerza y la sabiduría de las mujeres.
En uno de los rincones más golpeados por el conflicto armado en Colombia, nació una mujer que decidió no rendirse. Fátima Muriel Silva, hija de una mujer indígena y un hombre mestizo, nació el 21 de mayo de 1950 en Puerto Limón, Putumayo. Creció en una familia campesina y se convirtió en maestra, pero su verdadera vocación ha sido siempre otra: defender la vida, los derechos de las mujeres y el territorio.
Durante más de 40 años recorrió los caminos del Putumayo como docente y supervisora de educación. En su andar, fue testigo del abandono, la violencia y las injusticias que marcaban a las comunidades rurales, sobre todo a las mujeres, niñas y niños. No se quedó en silencio. Formó docentes, creó consejos de mujeres y jóvenes, y denunció lo que nadie se atrevía a decir.
Se enfrentó a las FARC para evitar el reclutamiento de menores. Acompañó a madres en la búsqueda de sus hijos desaparecidos. Alzó la voz por las mujeres violentadas. Y mientras defendía a otras, el conflicto tocaba su propia vida: dos de sus hermanos fueron asesinados, su esposo fue víctima de un atentado y secuestrado, y su familia fue desplazada forzosamente. Pero Fátima no se quebró: se transformó.
En 2005, junto a otras lideresas, fundó la Alianza Departamental de Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo, una organización que hoy articula a decenas de colectivos de mujeres campesinas, indígenas, afro y urbanas en los 13 municipios del departamento. Desde entonces, tejer ha sido su forma de resistir y sanar.
Gracias a su liderazgo, mujeres amenazadas han sido protegidas, las asesinadas son recordadas con murales y cantos, las sobrevivientes han recuperado su voz y cientos de jóvenes han sido salvados de la guerra. Hoy, bajo su inspiración, las Guardianas del Agua defienden los ríos del Putumayo frente a las multinacionales mineras y petroleras, en nombre de la vida y de las futuras generaciones.
Fátima no busca honores. Lo suyo es el compromiso profundo con su gente. Aun así, ha sido reconocida por su lucha por organismos internacionales y por el Estado colombiano. Pero su legado no cabe en un diploma: cabe en cada mujer que hoy alza su voz sin miedo, en cada río que sigue fluyendo libre, y en cada niña que crece sabiendo que tiene derecho a soñar.
“Tejer el costal de la vida es reconstruir lo que otros destruyeron. En ese tejido estamos todas.” — Fátima Muriel