INFORME
Reflexión sobre los daños de la violencia sexual por paramilitares contra mujeres en el Valle del Guamuez, Putumayo
Para saber la verdad en Colombia será necesario develar la acción de grupos armados legales e ilegales que sumieron en el dolor y el miedo a hombres y mujeres a lo largo del territorio nacional. Contribuir a la verdad en Putumayo, entonces, será también recoger la voz de las mujeres de Valle del Guamuez que vivieron en una zona de combate y en un ambiente de estrés constante y violencia potencial, bajo la hegemonía paramilitar
que suponía el control y vigilancia de la población habitante en este territorio.
La Corporación Humanas – Centro Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género, con la Alianza de Mujeres Tejedoras y la Red Nacional de Mujeres, adelantamos el proyecto
“Documentación de casos de violencia sexual con enfoque de género en el departamento de Putumayo”. Este tenía el propósito de contribuir a la exigencia de verdad de las mujeres víctimas de violencia sexual paramilitar en Putumayo, y de tal trabajo resultó el presente informe, titulado Reflexión sobre los daños de la violencia sexual por paramilitares contra mujeres de Valle del Guamuez, Putumayo, que ha sido posible gracias al apoyo de Abogados sin fronteras Canadá (asfc) y de la Iglesia Sueca.
Los paramilitares entraron al Bajo Putumayo cometiendo masacres y violencia indiscriminada, mostrando a sus habitantes su capacidad de ejercer la violencia y el poder que dan las armas. La población no tenía cómo escapar a este dominio y las mujeres se vieron expuestas a la violencia paramilitar incluso en sus hogares. Cada aspecto de la vida de las niñas y mujeres se convirtió en un riesgo de sufrir violencia sexual: realizar trabajos
domésticos, desplazarse de un punto a otro, trabajar en el monte o simplemente estar en sus casas. Ante los ojos de un Estado cómplice de la guerra, este territorio fue obligado a convivir con los paramilitares, y esa convivencia cambió las dinámicas de Valle del Guamuez, convirtiendo la vida cotidiana en una especie de campo minado en el cual el riesgo de las mujeres y las niñas de sufrir violencia sexual acechaba en cada esquina.
Es imposible dimensionar el impacto real de la presencia permanente de los paramilitares sobre la vida de las mujeres que sufrieron violencia sexual y sus posibilidades de recuperarse. Sin embargo, este informe va más allá: no solo aporta evidencias de la violencia exacerbada contra las mujeres y las niñas en este territorio, sino también de la misoginia y los prejuicios sexistas que contribuyeron a potenciar dicha violencia, a convertirla en arma para socavar la masculinidad de los hombres –que según una lógica patriarcal fueron incapaces de proteger “a sus mujeres”– y a perpetuar los daños que acompañaron y acompañan a las mujeres después de los hechos que rompieron
sus proyectos de vida.
Las voces de las mujeres recogidas en este informe son respuesta a las amenazas y al silenciamiento a los que se las sometió durante años; la culpa, la vergüenza y la humillación
fueron el látigo que se agregó a las violencias ejercidas contra ellas para asegurar la impunidad. Pero esa voz desafía a los guerreros, se resiste a su dominio, y se levanta, como las aves del paraíso de este departamento amazónico.